Entrevista al creador de Boru Ceramics
Hace unos meses entrevisté a Alejandro Martín, creador de unas piezas de cerámica conocidas como Borus (cuenco en japonés). Alejandro es emprendedor por naturaleza y actualmente, vende cerámica a través de su propio negocio llamado Boru ceramics. Di con él por casualidad, a través de Instagram, en un momento en el que yo estaba haciendo un breve curso de cerámica. En seguida me llamó la atención la finura y el acabado natural de sus piezas. Me metí en su web para conocer un poco más sobre su trabajo y me gustó mucho lo que transmitía, la sencillez y delicadeza de las formas de sus borus y esa pequeña parte de su historia. Así que quise ponerme en contacto con él para visitar su taller y conocerle algo más en detalle.
Su historia y su proyecto tienen mucho sentido en medio del consumismo actual. El "saber hacer" frente al "hacer a lo loco" o el "porque sí". El crear con mimo, con un propósito. Espero que esta entrevista y lo que nos cuenta, os resulte inspiradora u os sirva para conocer más este mundo, el del oficio de la cerámica.
Ya desde que era pequeño, me apasionaban las artes plásticas, trabajar con las manos, construir cosas. Recuerdo que recogía materiales, madera, metal, lo que fuera, pura chatarra. Y construía objetos. Me entretenía diseñando cosas nuevas, fabricando cualquier cosa casi sin querer. Era algo que hacía de forma constante, no era una actividad extraescolar a la que me hubiera apuntado, simplemente lo hacía a ratos, yo solo, en mi tiempo libre, como hobby personal o como manía, casi. Y dentro de todo esto, descubrí, por casualidad, la cerámica. En ese momento fue la semilla.
Su trayectoria profesional empezó en un despacho de abogados. Estudió dos carreras de Derecho, ejerció durante 10 años la abogacía y más tarde, abrió su propio despacho. Pero llegó un momento en que el estrés pudo físicamente con él y en pocos meses tomó la decisión de cambiar de vida. Decidió cerrar su despacho, para tomar otro camino. Se planteó varias opciones y finalmente, se decidió por este mundo, el de la cerámica.
La había trabajado pero de forma arcaica, a mano, pero lo había hecho durante mucho tiempo y de hecho, llegué a organizar una exposición de mis propias creaciones.
Seis meses después de haber cerrado el despacho y tras la euforia inicial, se topó cara a cara con la realidad. Se dio cuenta de que este camino no era nada fácil, porque la cerámica es un oficio y como tal, tenía mucho que aprender.
No valía con trabajar la cerámica para ser ceramista. Sí, técnicamente hablando, el que hace objetos de cerámica es ceramista, pero para vender cerámica hay que ser bueno. Llegado a ese punto decidí formarme, aprender bien, y eso requería inversión. Pero más que de dinero, de tiempo. Mucho tiempo. El mayor problema al principio es la ignorancia. No es solo que no sepas por dónde empezar, sino que, ni siquiera sabes que no sabes por dónde empezar. Crees que tienes una idea clara, buena, y que todo te va a ir genial. Y no siempre es así, diría que nunca es como esperas, a menos que tengas a alguien que haya estado ahí antes y que con su experiencia te sepa guiar.
Una vez tomada la decisión, se formó durante un año de forma autodidacta y a través de monográficos técnicos puntuales, con artistas del sector que ya sabían del oficio y tenían mucha experiencia. Trabajó mucho. Fue entonces cuando tomó la decisión de crear Boru. Su objetivo era crear cerámica de calidad que fuera accesible a todo el mundo. Realmente la idea partió de algo muy sencillo, y es que los cuencos valen para todo, son muy versátiles y todo el mundo necesita cuencos.
Siempre me ha gustado Japón, todo lo que es Oriente me encanta. Sin quererlo, ni beberlo, he estado muy conectado siempre: he practicado artes marciales y cocina japonesa, antes incluso de que empezara a gustarme la cerámica japonesa. Por eso me pareció que el término Boru tenía mucha fuerza y podía transmitir todo aquello que tenía en mente sobre mis cuencos.
¿Cuál es el uso que más te gusta dar a tus borus?
Tienen muchísimos usos, pero para mí el mejor es comer. Como en ellos todos los días. Mi casa está llena de borus fallidos y los tenemos de todos los colores y tamaños, nos encanta comer en ellos.
¿Qué te inspira?
Muchas cosas, podría estar hablando horas de esto. Me inspira más lo que tengo dentro que lo que hay fuera, aunque esto me de ideas. Pero al fin y al cabo son las ideas que llevo dentro. Ver ideas materializadas en ciertas formas por otros artistas me evoca algo, pero bueno, es infinito. Es más la creatividad interior que me apetece despertar y es un compendio de muchas cosas.
Cada error en la cerámica, abre un nuevo camino. ¿Te atrae esto como reto mientras trabajas? Me refiero a las posibilidades que pueden surgir de un error.
La verdad es que en la práctica de la cerámica los errores afectan mucho. Es su máxima complejidad, que es muy sensible. Me atrae porque me da exclusividad a la hora de poder manejarla, pero también da muchos dolores de cabeza... No me atrae especialmente esta parte. La única atracción que puede haber en ello, es que soy capaz de poder hacerlo, de trabajarla, porque te puedes pasar muchas horas para conseguirlo. Lo que más me gusta es lo fácil y versátil que es. Es agradecida, en seguida ves resultados, aunque no sean perfectos. Es algo muy bueno que de primeras, quizá no esperas. Es una profesión en la que hay que ser riguroso. He oído muchas veces que no se encuentran proveedores de cerámica serios. Son buenos, pero es difícil encontrarlos que sean buenos también en timings. A mí me gustaría convertir mi pasión en negocio y diferenciarme en eso precisamente. Conseguir producir de calidad y entregar a tiempo, adaptarme a los tiempos que necesitan los clientes.
¿Es esa tu ventaja competitiva?
Todavía no, pero sí es un objetivo porque todavía no tengo el oficio. Supone ir más allá. Es difícil ser mejor que los demás que llevan años en esto. Pero a lo mejor sí que me puedo diferenciar en fiabilidad, entregas, seriedad, porque es precisamente el motivo por el que muchas veces no vivimos de la artesanía, porque precisamente es lenta y el mercado demanda otra cosa. Hoy en día si Zara quisiese vender cerámica de calidad, no podría. Tendría las estanterías vacías porque lleva tiempo. Es mucho más complejo de lo que parece.
Estamos de acuerdo en que con los años, se ha ido perdiendo el trabajo de oficio que produce calidad a base de mucho tiempo de dedicación. Es una de las consecuencias más claras de la era industrial: la mecanización de los procesos. Queremos consumir mucho y barato, necesitamos comprar algo todos los días, si no, no estamos contentos. Así que para poder hacer frente a ese consumo diario, necesitamos comprar barato. Estamos acostumbrados a que lo que nos gusta hoy, mañana no sirve, a las modas. Pero si un vaquero me costara 500 euros, tendría uno. Y lo cuidaría. Pero claro si me compro 5 por 100 euros… Pasa lo mismo con la cerámica barata, como todo.
¿Crees que ahora hay más consciencia sobre este tema? Sobre consumir menos, alargar la vida de los productos, sostenibilidad…
Creo que todavía no ha calado. Creo que está empezando, poco a poco. Yo en realidad no compro nada. No necesito nada, tengo la suerte de que soy una persona que depende de muy poco. Tengo mi familia, mi trabajo, punto. Me gusta comprar herramientas para trabajar, en eso quizá soy más caprichoso, pero bueno, son herramientas que utilizo para producir, no es que las tire al día siguiente. La verdad, no sé cómo va a evolucionar este tema... No es solo una cuestión de calidad, es una cuestión de cantidad. No nos caben las cosas en casa. Hay que tener una cosa y cuidarla.
¿Cuál es tu plan a medio plazo? Qué es lo que te gustaría…?
Me gustaría aportar conocimiento sobre el “saber hacer” en este sector. No es fácil que el público perciba el trabajo que hay detrás del proceso cerámico de calidad. Gustan los objetos hechos a mano, pero es difícil conocer realmente lo que eso implica y por tanto, estar dispuesto a pagarlo. Uno de mis retos al decidir crear este proyecto es acercar la cerámica de calidad al público general. Que la gente que no es especialista del sector, sepa diferenciar un trabajo que tiene detrás un proceso de muchas horas, del que no. Desde la investigación previa, hasta la calidad de las cocciones. Y que por ello sepa distinguir el coste que ello supone.
Doy clase un día a la semana en el taller de Carmen Muñoz Hand Painted y, puntualmente, en mi taller organizo algún curso monográfico, para gente que me llama de forma concreta, porque busca perfeccionar algún tipo de técnica y quiere encontrar calidad, profesionalidad y todo aquello que no te va a aportar una escuela.
Me gustaría evolucionar este negocio de cerámica hecha a mano, de calidad. Que sea más potente, donde pueda abastecer cada vez a más clientes, a interioristas, obras, etc. Mantener mi taller para mí, para trabajar mi arte, pero a la vez continuar desarrollando el negocio. Mis clientes proceden de sectores más especializados, que valoran cada pieza y buscan algo muy concreto. Son críticos con la calidad, no les vale cualquier cosa y son conscientes de la diferencia. Ahora mismo tengo muchos encargos de gente que tiene bonsáis y quiere tener macetas de calidad. Es otra posible línea de negocio para un nicho de mercado muy concreto.
Todavía no lo he desarrollado, pero quizá lo haga...