Desconectar de verdad
Llevaba varias semanas pensando en los posts que iba a dejar preparados antes de irme de vacaciones, para irme tranquila dejando todo hecho y así desconectar de verdad. Pero esta preparación me estaba agobiando un poco porque estoy con varias cosas entre manos y no me daba tiempo. Entonces me he dado cuenta de que no pasaba absolutamente nada por no dejar todo preparado. Que precisamente desconectar, es saber parar y luego retomar. Así que he decidido hacer precisamente eso, y simplemente, lo dejo para septiembre. :)
Hace precisamente un año, durante las vacaciones de verano, empecé a dar forma a este blog en mi mente. También comencé a trazar un plan de todas las actividades que quería llevar a cabo como proyecto personal. Recuerdo que durante esas vacaciones ya empecé a marcarme objetivos, aprovechando que no iba a trabajar e iba a tener "tiempo libre". Y estos días, pensaba en que así ha sido todo este curso. He dedicado casi el 80% de mi tiempo libre a crear, practicar, formarme y trabajar en algo propio. Estoy contenta por el avance, aunque tenga la sensación de que nunca es lo suficientemente rápido o de que seguramente yo soy algo lenta para estar donde me gustaría estar ya. Pero sí, estoy contenta por lo alcanzado. Todavía estoy en el inicio del camino y aunque eso a veces puede resultar desalentador, otras me encanta estarlo. Porque el inicio siempre es la parte que uno mejor recuerda. Es inocente, soñadora, está llena de ilusión y motivación, porque todo está por llegar. El encantador "cómo será".
He decidido que durante este mes de agosto voy a desconectar del todo. En realidad siempre lo hago, pero esta vez quiero hacerlo de forma comprometida conmigo. Este ha sido un año intenso, con varios asuntos importantes confluyendo a la vez y necesito este parón. Cuando lleguen mis vacaciones solo quiero vivir todo aquello que de una forma u otra, he dejado más de lado por estar muy centrada en mi día a día o muy descentrada, depende de cómo se mire. Me apetece estar en calma y vivir estos días todo lo despacio que pueda. Necesito sentir el tiempo. Centrarme solo en una tarea y después en otra, para ser plenamente consciente de cada cosa que hago. Dejar de lado el móvil, internet, las RRSS (que cada vez siento que saturan más mi mente, no sé si soy la única...) para regular mi atención, que siento que está muy dispersa debido a tanta estimulación.
Me apetece mucho disfrutar de las personas que me vayan a acompañar durante estos días, que me absorban las conversaciones sin estar pendiente de nada más. Deleitarme con las cosas simples y los procesos lentos. Tengo ganas de disfrutar del viaje que voy a hacer con mi marido por carretera. Aprovechar para simplemente escuchar música, hablar, dormir o soñar. Saborear cada segundo de estas vacaciones a su lado. En los ratos muertos quiero leer hasta el final el libro que empecé hace poco — Una educación de Tara Westover — y que tiene buenísima pinta. Quiero jugar con mi cámara de fotos, como hacía antaño. Y por último, y no menos importante, quiero salir a bailar las canciones del verano rodeada de ambiente y brisa marina, porque eso es algo que hace tiempo que no disfruto y siempre había formado una parte importante de mis veranos. De esos y del lugar, mi lugar en el mundo, hablaré en una publicación a parte porque es muy especial.
Me despido por ahora y os deseo un feliz mes de agosto. Guardo los posts que tenía medio preparados para la vuelta, así tengo tiempo de terminarlos bien y aportar un toque de aire fresco. Y de lo que viva este mes traeré nuevos, eso seguro. Todos deberíamos contribuir a que el resto del mundo también descanse de contenido y desconecte durante las vacaciones. Necesitamos estar en la vida real.
Que disfrutéis mucho. Yo pienso hacerlo.